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Richie Ray, siempre diferente

SUMARIO: Los salseros y, especialmente, los caleños celebraremos el 15 de febrero los 80 años de Ricardo Ray, uno de los artistas fundamentales de la historia musical y cultura de Cali. Nuestro amigo y colega Gerardo Quintero, director del Noticiero 90 Minutos, y escritor de los libros ‘Ecuajey’ y ‘Traigo de Todo’ nos comparte esta historia inédita con un pianista que rompió moldes y llevó la música afrolatina a otro nivel.

Por Gerardo Quintero Tello

Ricardo Maldonado Morales estaba destinado a ser un gran concertista. Ese era el deseo de sus padres Pacífico y Cristina. Sus estudios de música clásica, sumado a su gran habilidad natural en el piano le auguraban un futuro maravilloso en las elegantes salas de New York.

Nacido en Brooklyn el 15 de febrero de 1945, quien con el tiempo sería conocido simplemente como Richie Ray, estudió en el Conservatorio de Música de Brooklyn, también en la reconocida High Scholl o f Performing Arts y en la Juilliard Scholl of Music. Sin embargo, una temprana amistad con un joven puertorriqueño, recién llegado a Nueva York, comenzó a llevarlo por otros senderos musicales.

Bobby Cruz y Richie Ray se conocieron porque sus madres eran cercanas y aunque al principio no parecían llevarse muy bien, al poco tiempo armaron una banda que transformaría todo el escenario de la música afrocaribeña.

Richie poseía todo el conocimiento del chico culto, niño de la casa, protegido por sus padres, mientras Bobby traía consigo toda la guapería del jibarito, la ‘malicia indígena’ y el ambiente del barrio que le faltaba a Ray.

El relato de cómo las vidas de Bobby y Ricardo Ray se cruzaron es fascinante y el primero lo cuenta con gran detalle en su libro ‘Contra viento y marea’, que lanzó el año pasado.

“El último viernes de cada mes se realizaba en la escuela una gala artístico musical y cada alumno podía participar y demostrar sus talentos. ¡Aquello era fascinante, no existía otra palabra! Nos reuníamos en el auditorio y cada quien, con algún talento, podía interpretar lo que le viniera en gana. Aquello era divertido. A unos les iba muy bien y a otros, no mucho. Eso hacía de la gala más entretenida y memorable.
Aunque yo estaba tocando un poco de guitarra y le ponía algo al canto, decidí tocar una pieza con mi armónica y salió bien. Me aplaudieron mucho y quedé muy complacido.

Tal vez lo más llamativo de esa tarde fue la presentación de un niño gordito de unos 9 años, que tocaría el piano. Al entrar al escenario, todos nos miramos asombrados, a la expectativa, sin entender qué era lo que iba a ejecutar. Tanto así, que lo tuvieron que sentar en la orilla de la banqueta para que pudiera alcanzar los pedales, ya que sus piernas eran muy cortas. ¡En ese momento llegué a pensar que tal vez no era un niño sino un enano!
¡Mis amigos! Cuando aquel niño le puso las manos a ese piano, un silencio sepulcral se apoderó de toda la audiencia, que apenas fue interrumpido por alguno que otro susurro.

¡Yo me quedé atónico! No podía creer lo que mis ojos estaban viendo y mis oídos escuchaban. Era el mismísimo ‘Ludwing Van Bethoven’ interpretando una pieza clásica de su autoría”. Lo que relata enseguida Bobby es que llegó a su casa absolutamente maravillado por el chico y le contó a su madre sobre el prodigio que había visto en su escuela y su mamá, sin mayor asombro, le contestó: “Ah sí, ya sé quién es, es el hijo de Cristina, mi amiga, estudia música clásica”. Desde ese instante, Bobby se dio a la tarea de convencer a su mamá que le presentará al pequeño talentoso pianista.
Y, precisamente, siendo apenas unos artistas en formación, en 1965 firmaron con el sello Fonseca Records y lanzaron su álbum ‘Arrives-Comején’, que reveló a un par de jovencitos que llegaban con una propuesta singular, que incluía una base de gran experimentación con ritmos como el blues, jazz, mambo, son montuno, latín-bugalú y que sería definitiva para la estructura musical futura.

No era un ambiente fácil el de los años sesenta en el Nueva York latino, los reyes eran destacados artistas con un gran reconocimiento como Tito Puente, Machito, Tito Rodríguez, el Sexteto La Playa, Joe Cuba, ‘Pete’ Rodríguez, Joe Battan.

También un joven Willie Colón daba ‘codazos’, se hacía escuchar y, sin saberlo, los unía una propuesta en común: ‘para surgir tenían que intentar sonar distinto, diferente’. Y eso fue lo que Richie Ray se propuso desde el principio, una sonoridad agresiva, con trombones y trompetas que rompieran la tarima y unas descargas de piano que tuvieran, además, una dosis sorprendente de algunas tonalidades clásicas estudiadas por él.

“A mí siempre me fascinó la idea de combinar diferentes cosas, por ejemplo, mira que no hay quién te toque un merengue como un dominicano, pero si a mí me gusta el merengue y me meto ahí, trato de buscar algo que no entienda, entonces cojo esas cositas y voy cambiando, introduciendo otros modelos y formas de sonar. Siempre me acuerdo que Johann Sebastian Bach, mi compositor favorito, cuando se daba cuenta de que algún amigo iba a viajar a otro país, les decía vete allá y consígueme los papeles de la música, entonces le traían una copia, se sentaba y los copiaba, pero en el proceso de hacer copia, él se podía sentar y escribir una sinfonía original de él, pero que tenía algo del sabor de la música italiana, entonces el arte es así, muchos ingredientes. La Biblia dice que no hay nada nuevo bajo el sol”, explica este pianista que rompió todos los códigos y que fue un adelantado de la época.

Junto al fallecido escritor Umberto Valverde le hicimos una entrevista hace un par de años al hombre que, junto a Bobby Cruz, transformó la historia musical y cultural de la ciudad. Tal vez ni él mismo sepa la influencia que ha tenido en Cali en los últimos cincuenta años. En adelante, Cali pertenecería a una nueva religión, al coro celestial de trompetas, piano y timbales que predicaban sus más grandes profetas musicales: Richie Ray & Bobby Cruz.

‘Los Durísimos’ armaron un ‘corrinche’, provocaron un alboroto memorable en esta ciudad, allá en la vieja Caseta Panamericana, que podía albergar a unas ocho mil personas, durante una Feria legendaria que transformaría la historia musical y cultural de la ciudad en 1968.

El escritor Medardo Arias resume la presencia del dúo maravillo de una manera contundente: “Para una ciudad que se caracterizaba más por tendencias musicales andinas, con orquestas venidas de las montañas del país, el reconocimiento del ritmo Caribe, en forma de Boogalo y Jala Jala lanzó la cultura de esta ciudad a una transformación honda, un carácter que permanece hasta hoy”.

Ese es el efecto restaurador que Medardo le otorga a la poderosa sonoridad de Ricardo Ray, un genio de la salsa que continúa siendo ese inquieto chiquillo, que ayer como hoy, se aferra al piano como cuando desde los cinco años le pronosticaban un futuro descollante en la interpretación de la música clásica.

Basta escuchar los primeros acordes de ‘El Mulato’, uno de sus primeros éxitos en 1965, con esa cadencia de un piano que parece desmoronarse tecla por tecla, para comprender el ‘tsunami’ musical que se venía. Este disco es una perfecta fusión del son montuno, el bolero y la guajira cubana con el blues que sonaba en New York.

Era una época de plena experimentación. Hace una tiempo en otra charla que sostuvimos Umberto y yo con estos ‘monstruos’ que cumplían en aquella oportunidad 50 años de vida artística, Richie nos contaba, mientras cerraba sus pequeños ojos con picardía al recordar sus propias pilatunas, que cuando llegaron a Cali desde Barranquilla dentro del avión cada músico venía ‘cargado’.

Era como si tratara de una alegoría a su exitoso disco porque “traían de todo”. Mientras decenas de personas se agolpaban en las afueras del aeropuerto para darles un recibimiento que los iba a sorprender, para ellos lo único importante era retrasar lo que creían que era una inminente entrada de la Policía que les iba a hacer una ‘requisa rutinaria’. Sin embargo, la verdad es que la verdad los agentes estaban allí para protegerlos y contener la furibunda emoción de sus fanáticos que querían ‘tomarse’ el avión en el que venían de Barranquilla. “Nos tocó arrojar todo por el baño, brother, fue tremendo”, recordaba Richie en medio de risas.

Esa época quedó atrás hace muchos años. Luego de su conversión y dejar una vida de excesos, Richie se alejó por un tiempo de la salsa y se convirtió en pastor de una iglesia cristiana, pero de la mano de Jhonny Pacheco regresó con su compadre Bobby haciendo algunos cambios sutiles a algunos temas que los hicieron famosos, aunque luego volvieron por sus inicios musicales porque entendieron que con su música y talento alababan a Dios.

Bautizados como ‘Los reyes de la salsa’, la verdad fue que Richie nunca se marchó, era imposible para un hombre que transpira música en cada palabra, en cada movimiento, alejarse de lo que le da vida. Tiene la energía de un ‘chamaco’ y su cabeza es un piano que le va dictando notas en vez de palabras. Como un nobel artista aún se emociona contando sus ‘pilatunas’ creativas y recuerda, como si hubiera sido ayer, detalles de esa trayectoria musical afrocaribeña que le tiene reservado un sitial de honor en la historia artística del mundo.

Uno de los primeros temas que ustedes pegaron en Cali fue ‘Comején’ y el otro ‘Pa chismoso tú’, ¿Cómo fueron esos comienzos musicales de Bobby y Richie?

Me acuerdo que Bobby era muy joven y tenía su propio grupo, quería llegar a otro nivel, pero él no tenía educación ni sabía escribir música, pero tenía mucha música en la cabeza. Mientras tanto, yo sí estudié música clásica, pero decidí no entrar allí y tuve tremendo problema con mi papá porque él quería que fuera concertista. Entonces los dos estábamos como dos naves medio perdidas, nos unimos y dijimos vamos a ver si hacemos algo y la conclusión a la que llegamos fue que era necesario hacer nuestra propia música, no copiar a otra gente, hacer cosas nuevas y diferentes. Mira, ahora en la etapa en que estoy la letra es muy importante porque ahora tratamos de llevar un mensaje de la vida, pero en aquel tiempo todo era un vacilón y un chiste. El comején es un insecto que come madera, tú entiendes, ustedes saben que los artistas somos medio locos, entonces es la cosa. Era tratar de expresar que la música hable, pero es una letra que verdaderamente no dice nada, un vacío para bailar. La primera parte es un poquito más lenta, pero pues el truco que aplicamos es que luego entra un poquito más rápido y causa como un impacto emotivo, esas eran las cositas mínimas que intentamos experimentar. El reto era ver si podíamos llamar la atención para provocar que la gente nos hiciera caso, porque no era fácil entrar ya que las orquestas que había, imagínate, Tito Puente, Tito Rodríguez, tú sabes, eran unos monstruos.

Hay algo que muy poca gente sabe o recuerda y es que hay un momento en la historia musical de ustedes, que Bobby cruz no iba a ser el cantante de ese álbum. Había otro cantante que se llamaba Carlitos Arroyo, que finalmente termina no grabando, ¿cómo es ese proceso que conduce finalmente a que Bobby pase al frente?

Bobby nace en un campo de Puerto Rico, pero allá el conocimiento, tú sabes, se pasa de una persona a otra. Él aprendió la guitarra y a cantar un poquito de un tío que se llamaba Toribio o algo así, pero Bobby tenía mucha idea para las letras y los arreglos. Yo sabía escribir música, pero Bobby me dictaba la introducción y me decía: ‘papapapa, escribe eso’. Lo tenía en la cabeza, siempre fue muy instrumental, en la composición y en los arreglos, andábamos juntos siempre. En nuestra primera grabación, qué es lo que pasa. Cuando Carlitos Arroyo escuchó su voz por la bocina, que te puede sonar diferente, Carlitos, como decimos, se afligió, se asustó y pensó estos me dañaron la voz, esto no funciona, me voy, y se rajó. Fonseca, el presidente de la compañía, estaba muy preocupado. Ya se había hecho una inversión y se había gastado dinero en el estudio. Entonces, le dije a Bobby ‘mira, tú estás envuelto en escribir las letras y trabajar en esto, ¿no crees que puedas intentar cantarlo a ver qué pasa?’ Bobby me contestó, ‘bueno, vamos a ver’, me entiendes, él decía ‘vamos a ver’ porque cuando niño él cantaba la música jíbara, que era de allá en Puerto Rico. Es que Bobby lo tenía todo: improvisación, inventiva, tú sabes. Bobby había tenido su grupo y tocó para Tito Puente y otras bandas, así es que él conocía gente del ambiente y tenía una buena amistad con Chivirico Dávila y entonces ahí fue que le pegamos la llamadita a Chivirico para que nos ayudara con Bobby. Chivirico vino y verdaderamente se convirtió en un maestro, un mentor para Bobby, lo fue llevando y mira las cosas hoy día hay muchos cantantes de tecnología, de estudio de micrófono, pero Chivirico era de la vieja guardia, cantaba de pecho, es decir, sabía usar el diafragma, es como si fuera un telón operático, cantaba de verdad. Bobby adoptó ese estilo y practicaba mucho, porque yo sé que había que meter mano, así que yo lo ponía a practicar y a vocalizar por horas y horas y a desarrollar esa voz de tal manera que al final el cantante que canta así de pecho puede estar en un salón sin micrófono y abre la boca a cantar y la voz proyecta, entonces Bobby, gracias a Chivirico, pudo desarrollarse. Entonces en los primeros tres o cuatro álbumes, Chivirico cantaba una, Bobby cantaba la otra o dividían la misma canción, así hasta que finalmente Bobby, más o menos se puso en pie, y Chivirico se le ocurrió hacer su propia agrupación, entonces cuando hicimos el de ‘Jala Jala’ y ‘Bugalú’ ya ahí en todo el disco, Bobby canta todas las canciones completas y ya pudo seguir por su cuenta.

Maestro, todos sabemos que la salsa no es un ritmo, es una expresión cultural de Nueva York, algunos dicen que es un sonido y una manera de interpretar la música cubana. En su caso, usted nació en un barrio de Nueva York y viene de una cultura musical clásica, ¿de qué manera asumió esos ritmos cubanos?

Hay varios factores y eso es lo que hace que esto sea interesante. Yo estudié la música clásica, entonces estudié primeramente esta carrera de concertista, pero luego me interesó la música popular. Me acuerdo de sentarme a oír la conga para descifrar nota por nota exactamente lo que el músico está haciendo y lo mismo con el timbal, la clave que es tan importante y lo que me fascinó a mí, hasta el día de hoy, es el concepto rítmico del cubano. Tienen un sabor tremendo en esa base afortunada, pero mira algo porque no es totalmente cubano ni aplicado, es una mezcla de africano y cubano, es decir, que estas cosas siempre combinan diferentes ingredientes. Al principio a mí me encantaba oír aquellos acetatos, los discos viejos de la música cubana. Los oía para aprender, cómo funcionaba la Orquesta Aragón, Fajardo, diferentes grupos para ver si entendía exactamente en lo que estaban, pero también descubrí que la música cubana tiene mucha influencia europea, acuérdate que usaban flautas, violines y chelo. Luego, para serte sincero, un éxito grande de nosotros al principio fue ‘Cabo e’, yo escuché un disco de Celina y Reutilio y lo cantaba Celia Cruz, pero eso era un de la religión santera y creo que lo que capté fue la sinceridad, la entrega, esa es su música sacra y eso me tocó y me dio la cosa de hacer algo con esa canción, pero entonces también buscando lo hicimos un poquito diferente como con otro aire. A mí siempre me fascinó la idea de combinar diferentes cosas, por ejemplo mira que no hay quién te toque un merengue como un dominicano, pero si a mí me gusta el merengue y me meto ahí, trato de buscar algo que no entienda, entonces cojo esas cositas y voy cambiando, introduciendo otros modelos y formas de sonar. Siempre me acuerdo que Johann Sebastian Bach, mi compositor favorito, cuando se daba cuenta de que algún amigo iba a viajar a otro país, les decía vete allá y consígueme los papeles de la música, entonces le traían una copia, se sentaba y los copiaba, pero en el proceso de hacer copia, él se podía sentar y escribir una sinfonía original de él, pero que tenía algo del sabor de la música italiana, entonces el arte es así, muchos ingredientes, la Biblia dice que no hay nada nuevo bajo el sol.

Ustedes desarrollaron una gran musicalidad alrededor de la santería, además, muy exitoso y todos terminaron creyendo que ustedes eran grandes maestros de la santería…

Lo que sí noté es que la música cubana que tiene que ver con esa religión es mucho más desarrollada rítmicamente, es más profunda, como más fundamental y me fascinaron todos esos ritmos. ¿Cómo les digo? Es que una cosa es cantar de la nena de lado, que si cuando baila, que si esto o lo otro, pero esta gente está cantando de su fe, de lo que creen, entonces eso como que me llegaba de otra manera, con un respeto, yo no creo que estuviera metido en eso, pero reconocía lo que significaba eso en la vida de estas personas. Es que cuando yo escuché a Celia Cruz cantando ‘Cabo e’ se me pararon los pelos, yo nunca había experimentado eso, era otra cosa. También debo aceptar que era una estrategia comercial porque había un público que estaba en eso, entonces nosotros le dimos lo que buscaba y también queríamos ver cómo podíamos hacer intercambios de música, a mí me fascinó la idea porque me gusta conocer y entrar en diferentes culturas y aprender algo.

Me parece que hay una parte muy importante de esa experimentación y de la influencia que tiene para usted haber nacido en Nueva York y es que en el primer disco ustedes hacen un numerito que se llama ‘El mulato’, que tuvo gran éxito en Cali y ese tema es difícil catalogarlo como salsa, guaguancó o son porque resulta que es su entrada tiene toda una base de blues, luego arranca el piano y posteriormente entran las trompetas con una potencia tremenda, fuerte, muy alta y uno se pregunta, ¿qué es eso?

Yo estudiaba lo clásico, pero también bregaba en la música latina, estaba expuesto al blues, al rock and roll. Yo digo que cogí la última parte de Elvis Presley y después los Rolling Stones, los Beatles y todo lo que es la música americana, la música de la gente de color y pasa que más o menos para el tiempo que estábamos comenzando nosotros los arreglistas americanos estaban utilizando algunas cositas de la música latina, en particular de la Guajira. Cuando surgió la idea de ‘El mulato’, es como pre-bugalú, es decir, es como ya tirando hacia lo que luego se convirtió en el latín bugalú. ‘El mulato’ es como una guajira un poquito más ‘peposa’, con cositas del rock and roll y del blues. Entonces ‘El mulato’ en sí es un poquito antes, pero ya como que estábamos empezando a tirar en esa dirección porque cuando íbamos a tocar a la gente de color a ellos les gustaba la música latina, pero bailaban otros pasos y nosotros les preguntamos qué es eso y nos dijeron es bugalú, que era un nuevo estilo, un nuevo ritmo del artista Chubby Checker, el que había inventado el twist estaba experimentando con eso del bugalú. Nosotros buscamos los discos y dijimos que ya eso tenía algo como que habían tomado prestado de la guajira, entonces dijimos vamos a desarrollar esto como un latín bugalú, y pasó lo que le sucedió a Cristóbal Colón, decían que estábamos locos, que cómo íbamos a combinar la música latina pura con esa música, nos criticaron muy fuerte, pero cuando fuimos a ver, resulta que otros grupos estaban oyendo lo que estábamos haciendo y empezaron a experimentar también.

Izzy Sanabria, el gran diseñador gráfico y presentador de Fania, y otras personas de aquella época, han dicho que lo que hubo contra el bugalú fue una gran conspiración para impulsar más lo tradicional que estaba haciendo Pacheco y Fania

Creo que el Bugalú venía fuerte, esa mezcla tenía tremenda fuerza y yo creo que sí hubo algo de eso porque cuando nosotros comenzamos en la música hubo mucha resistencia. Había un sector muy conservador, tradicionalista que advertía que no se cruza la clave, que eso tiene que hacerse de cierta manera y esto se hace y aquello no se hace, que nosotros no respetábamos nada de eso, cruzábamos la clave a propósito para experimentar. Todos los artistas latinos con el Bugalú estábamos tratando de hacer el crossover, es decir, pasar de tener solamente el público latino y añadir el público americano también, pero ahí vienen ciertos conflictos, por ejemplo, nosotros teníamos una canción del rock americano, pero lo hicimos como un Latin bugalú y decidimos hacer nuestra propia versión, yo lo cantaba. Era como rock and roll con música latina, con la campana, una cosa bien linda, chévere y entró en la lista de la música americana, iba subiendo, pero en ese mismo momento, esto me lo contaron a mí después, resulta que José Feliciano tenía una canción que no me acuerdo ahora mismo, creo que era ‘Like my fire’. Él es un artista latino, pero no estaba haciendo bugalú. Estaba cantando una canción americana en el estilo mexicano. ¿Entonces qué pasa? Que el Bugalú como que empezaba a pisarle los talones a otras cosas y lo que a mí me contaron fue que bueno, para empezar, que el numerito de nosotros que venía subiendo, los poderes de allá arriba dieron una orden y se fue apagando y se fue. Puede ser que sí hubo, por diferentes razones, unas presiones para que esta música no adelantara más porque esa esa música como que traía una cosa que unía a los latinos o los americanos, tú sabes era una cosa que parecía que tuviera mucho futuro y quiero decirte que hasta el día de hoy hay mucha gente, especialmente en Nueva York, donde la gente todavía sigue oyendo el Bugalú latino.

Jhonny Pacheco tuvo un periodo de gran influencia en su vida musical, ¿qué recuerda de su amistad con el gran director y productor?

Yo digo que mucha gente no entiende el significado y el peso de la importancia de Johnny Pacheco para todo lo que es la música tropical porque él pasa por varias etapas históricas de la música. Él jugó un papel muy importante en el desarrollo de la música tropical, vicepresidente de la compañía Fania, es una tremenda figura, un genio que la gente no tiene ni idea: tremendo músico, arreglista, y tiene un significado muy especial para mi carrera porque uno de los éxitos más grandes de nosotros fue cuando firmamos con el sello Vaya, y nuestra primera grabación fue ‘El Sonido Bestial’ y el productor fue Johnny Pacheco. Eso fue clave porque ¿qué hace el productor? Trabaja con los artistas, sugiere ayudas, estuvo con nosotros sacando lo mejor y entonces ese disco fue un batazo. Y mira esto, al tiempo, con la conversión nuestra al cristianismo nos dijeron: ya que no los podemos convencer a que se salgan de ahí, qué piensan ustedes de hacer una música que sea salsa brava e incluyan un poquito el mensaje. Entonces nosotros dijimos que era todo un reto, que íbamos a intentarlo y se llamó ‘Reconstrucción’, entonces hay una canción ahí que fue la que más gustó y se llama ‘Juan en la ciudad’, que es una historia de la Biblia que se llama el hijo pródigo. Nosotros le pusimos al tema ‘Juan en la ciudad’, pero el punto interesante es que el productor una vez más fue Johnny Pacheco, entonces una cosa que hacíamos era mezclar, fusionar y tomamos algo del merengue apambichao, que es un ritmo de la República Dominicana, se metió el güiro metálico que usan los dominicanos y también la tambora Dominicana dándole una autenticidad tremenda y fue el segundo éxito más grande de nuestra carrera, así que Pacheco está envuelto en dos de los éxitos más grandes de nuestra carrera de más de 130 grabaciones, así que él representa muchísimo para nosotros. Siempre tenía un chiste en los labios, lo amamos mucho y sabemos que él está allá arriba.

Ese proceso de Johnny Pacheco es muy similar al que ustedes desarrollaron porque se atrevieron a hacer cosas diferentes, a pesar de que mucha gente los criticaba, como cuando se marcharon a Puerto Rico

Lo que la gente tiene que realzar es que Johnny comenzó con una pequeña agrupación. Él era dominicano y comenzó con una aplicación que se llama charanga, que es una agrupación cubana que tiene flauta y violín y él también se hizo un flautista tremendo. Se metió en otra cultura, completamente diferente y entonces dominó la flauta, esa flauta que es de madera, la típica cubana y bueno la pachanga y después eso fue tremendo. Yo me acuerdo de la gente bailando en el colegio con la pachanga, el sitio temblaba con Johnny Pacheco, él no tuvo problemas para modificar, transformar sus sonidos, los formatos. Y uno de esos formatos, de conjunto cubano, nosotros lo hicimos en nuestros comienzos.

Hace poco lanzó una producción que podemos decir es un homenaje a Beethoven, usted siempre está produciendo música experimental

La idea es que cuando la gente escuche esto sea como que se ven su propia película en su mente, hacer algo que entretenga a la gente y entonces en el disco hay varias piezas que son cositas prestadas de la música clásica, pero con latino bien sabroso, hay uno hay que se llama la danza del pueblo, que es una rumba cubana bien tremenda, pero es una pieza que los concertistas lo tocan como la ñapa cuando hacen un concierto y es medio árabe. Pero yo lo hago con ritmo latino y nada, me curé, me curé ahí combinando diferentes cosas de la música clásica, hay otra que es de Chopan que es un estudio que desarrolla los dedos de la mano derecha. Música para practicar los dedos, pero le metí salsa bien afincado, bien chévere, mira estuve por cuatro estudios de grabación, tú sabes lo que es pagarle a un estudio para que mezcle todo el disco y decirle muchísimas gracias y después buscar otro estudio para que lo mezclen finalmente. El que hizo la mezcla es un ingeniero chileno, Mauricio Guerrero, que ha hecho mezclas para Beyoncé, Bocceli, tiene la mentalidad de poder mezclar sonidos sinfónicos con salsa y la gente lo ha recibido muy bien.

No es la primera vez, maestro, porque usted ha hecho esta simbiosis musical en múltiples álbumes, incluso le dedica una producción a Juan Sebastian Bach y uno de los discos se llama ‘Mi amigo Juan’. A qué atribuye esa decisión de estar mezclando esas músicas que aparentemente no tendrían ninguna relación

Sí, bueno, la gente habla de la musa. Es decir que el artista busca algo, lo que sea, que le toque, que le interese, entonces me acuerdo de lo de ‘Mi amigo Juan’. Resulta que Bach tiene ciertas piezas que yo estudié: Un preludio, es decir una pieza como que prepara el camino y luego viene una fuga, que es una forma musical donde hay varias melodías que salen a la misma vez en diferentes direcciones, entonces me picó la idea de tomar el preludio y la fuga y hacer dos canciones relacionadas que una sea con el preludio y la otra sea con la fuga. Y encima de eso, Bobby y yo cantamos, creamos una melodía y la base que está atrás es esa pieza de Bach.

Maestro, hoy en día con esta globalización del mundo, ¿cree que un producto como el suyo puede caminar de distintas maneras en el escenario musical moderno?

Tengo muchos respeto por Bach y por Beethoven y por toda esa gente, incluso esa fue una de las razones por la cual pasé por cuatro estudios de grabación, es que yo quería que cuando este disco lo oyeran en Austria, Francia o Italia que por lo menos dijeran ‘oh, qué interesante’ y que no dijeran, ‘eh? Qué atrevido, qué porquería’. Yo quería hacer un esfuerzo honesto y que pueda llegar a otros lados y que otras personas pueden puedan ver esa fusión de diferentes culturas en una manera auténtica musical, seriamente yo creo que se puede hacer de todo, pero yo tengo mucho respeto por la sonoridad, por escuchar, por la mezcla, por todo lo que se haga con conciencia. Y nada, ese es mi sueño que Dios quiera que llegue a otras partes y que otras personas puedan conocer así un poquito de lo que es la salsa a través de la conexión con la música clásica.

Es también impresionante su vigencia porque ustedes en Cali siguen sonando y la gente los recuerda como desde aquellos finales de los años sesenta

Nosotros donde primero fuimos en Colombia fue a Barranquilla, pero después de eso nos invitaron a Cali a la Feria y aquello fue apoteósico, explotó de una manera tremenda y se ha desarrollado una relación de amor. Hemos hecho cierta influencia en Colombia y su país ha tenido mucha influencia en nosotros. Hasta el día de hoy digo que para mí pudiera decirse que Colombia, en especial Cali, es la capital de la salsa en el mundo, porque hay un respeto, una reverencia, no creo que haya ningún otro sitio igual. Cuando fuimos a Cali conocimos a Amparo arrebato, tremenda bailarina, tremenda personalidad, establecimos una relación con ella y el disco es un homenaje a ella, pero no solo eso, también la vida nocturna de la ciudad, la rumba, la música, la familia que se reúne, baila, tú sabes. Una experiencia muy linda para nosotros que nos marcó y en la canción quisimos darla a conocer a ella, pero también mencionar los lugares donde se baila y el ambiente, queríamos traer a la luz algo de ese espíritu tan lindo que conocimos allí.

Maestro, alguna vez hubo alguna posibilidad de hacer una producción junto con el Grupo Niche

Me hubiera encantado, ojalá pudiera trabajar con ellos, yo voy a aprender, a crecer porque ellos tienen mucha carne, pero nunca surgió. Pero sí tuvimos cierta relación con Joe arroyo y hasta hicimos una producción musical. No sé por qué con el Grupo Niche nunca se pudo, pero yo estaría muy abierto, me encantaría trabajar porque ellos toman la música muy en serio, sería un honor.

Finalmente, maestro, un mensaje para todos esos caleños que lo quieren y lo admiran y lo han seguido por tantas décadas

Un corazón agradecido porque Cristo vino a mi vida y ahora como que la pieza del rompecabezas que faltaba cayó ahí y me siento completo y tal vez por eso tengo salud. El Señor me ha mantenido. Gracias a Dios siento que hay un propósito en eso y es decirle a la gente que se pueda disfrutar la salsa, la música y tener paz con uno mismo. Cuando tú vas con Dios, el matrimonio puede funcionar, cuando hay el amor de Dios, los padres pueden tener buena relación con los hijos y viceversa. Mucho de esto no es teología y religiosidad sino los pies en la tierra porque Dios tiene un plan con todos nosotros y mi testimonio es que eso es de verdad, gracias por esta oportunidad.