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La Universidad del Valle publicará el próximo año, entre sus novedades editoriales, el libro Cali Salsa Forever, en el que se relata, de manera cinematográfica, los acontecimientos que configuraron la cultura de la salsa en Cali. Conversamos con Rafael Quintero, autor del libro.

Por: Julio César Pino Agudelo
Estudiante de Lic. en Literatura

 

Julio César Pino (J.C.P.): ¿Quién es Rafael Quintero?

Rafael Quintero (R.Q.): Soy un hombre comprometido con la cultura popular y con quienes no han tenido figuración directa porque hacen parte de ese anonimato de la historia que muchos protagonistas, con acontecimientos que aparentemente son relativamente efímeros en su acumulación, dejaron un legado y una historia por contar. He sido también gestor cultural y he trabajado en aras de que los valores culturales de Cali, a pesar de que no es la ciudad donde yo nací pero es la que habito desde los años 80.

Lo primero que me sorprendió de esta ciudad fue que había un arraigo, ya en los años 80, relacionado con la salsa y un placer de vivirla. La primera gran impresión que tuve con esta ciudad fue el baile. Cuando mis amigos me llevaron a sitios como Séptimo Cielo y Honka Monka, en una época cuyo esplendor ya había pasado, quedé sorprendido por la belleza del baile y del placer que había en el acto de bailar, y eso fue muy importante para mí porque a partir de allí me pregunté dónde estaban todos esos bailarines estrella que figuraron en la Cali de los años 60 y 70, pues lo que yo había visto fue lo que quedó de ellos, que para mí también fue algo impresionante. Entonces me propuse hacer un congreso nacional de salsa, que fue el primero que hubo en el mundo, con el que me propuse retomar las figuras emblemáticas del baile que estaban relativamente en el olvido, y también traer orquestas y músicos a ese encuentro, al igual que propiciar reflexiones relacionadas con ese hecho cultural que es la salsa, no solamente a nivel de ciudad sino también para la comunidad latina, que es la portadora de esa cultura representada a través de la música salsa y de todo lo que significó esa irrupción cultural en una ciudad cosmopolita como fue Nueva York.

En ese momento entré a jugar un papel importante en Cali con ese primer gran evento, y después la persona con quien organicé el congreso, me indujo a crear un sitio que se enfocara en lo que era la música salsa de Nueva York. Ese sitio se llamó Convergencia. Fue un lugar icónico en la historia de Cali porque reunió a la gente del cine (yo en esa época era crítico de cine) y también sectores intelectuales y políticos, ya fueran de izquierda o de los partidos tradicionales, al igual que artistas plásticos, actores, etc. Era el sitio donde se reunía el medio intelectual de la época, pues encontraron allí un lugar propicio para encontrarse, para converger, como su nombre lo dice, y que fue llamado así por el nombre de una canción muy emblemática y con una letra muy literaria que cantaba Johnny Pacheco con Pete Conde Rodríguez.

A partir de allí me fui internando en la reflexión y el entendimiento de ese hecho cultural y determinante de Cali, y que copaba, digámoslo así, la preeminencia frente a otros hechos culturales que se venía andando en la ciudad y de otros que quedaban atrás en la historia de la ciudad, porque según los estudios que he adelantado de la Cali de los años 60 y 70, y escuchando también los testimonios de quienes vivieron en esa época, Cali era una ciudad cultural (y lo sigue siendo) donde habían movimientos alrededor del teatro, del cine, la poesía, y eran movimientos liderados por los sectores de las clases altas de la ciudad que cumplieron una labor muy importante, como por ejemplo doña Amparo Sinisterra de Carvajal, quien era la gran líder de todo eso, pero que, hay que decirlo, se quedó en el camino porque un movimiento que procedía de las entrañas del barrio popular, que fue la salsa, y todo el hecho cultural que se dio a partir de allí, empezó a tener una dinámica tal, que fue desplazando a través del tiempo la hegemonía o el protagonismo que tenían otros hechos culturales que no se sembraron lo suficiente en la ciudad, pero que de todas maneras formaban parte del espectro general de la cultura caleña porque Cali es una ciudad para eso; para la cultura, la música, la danza, el teatro, el cine, una ciudad artística desde ese lado de la vida, no una ciudad propiamente intelectual, sino más bien proclive a la creación artística, y eso es lo que ha tenido preeminencia a lo largo del tiempo. Es decir, existe como un hecho de identidad de ciudad y logró de cierta manera desplazar otras dinámicas que venían desde otra visión más occidental del mundo. Por ejemplo, aquí se hacían eventos donde se traían a grandes escritores, eventos musicales alrededor de la ópera, la música clásica, del ballet, lo cual era y sigue siendo muy importante, pero que fueron poco a poco sobrepasados por unas corrientes artísticas novedosas y propias de las sociedades urbanas que procedían de los barrios populares de Cali.

Siempre he repetido esa frase de la crítica de arte Marta Traba, que decía más o menos así: ser culto no es repetir la historia cultural o tener conocimientos sobre la historia cultural de la cual ya se ha hablado y ha sido descubierta y consignada por la historia, sino tener la capacidad, sobre la base de toda esa información, de poder descubrir nuevos hechos culturales que no habían sido todavía reconocidos en su valor. También hablaba de la cultura de la incultura, en el sentido de que era culto quien era capaz de descubrir que había un hecho cultural donde lo que se veía a simple vista era falta de ilustración sobre el arte y sobre toda esta serie de cosas. Entonces aquí aparecían, por ejemplo, los bailarines de salsa, que no eran los de ballet; los músicos, que no eran los de la orquesta sinfónica; la literatura, que no eran los discursos intelectuales; las obras de la plástica, que también estaban dirigidas a ese hecho cultural que fueron construyendo, digámoslo así, un andamiaje que hoy en día se denomina la cultura de la salsa en Cali y una identidad, que fue algo completamente nuevo para la ciudad en tanto correspondía a sociedades urbanas de barrio que no habían tenido reconocimiento propiamente desde allí. Eso me llamó mucho la atención porque la salsa, si bien tiene sus bases en Cuba, nació en el seno de la sociedad globalizada, es decir, sólo podía aparecer en este contexto. La palabra Salsa, de hecho, lo recoge todo, porque la salsa es eso: una mixtura de ritmos sobre unas bases que están cimentadas en el sentimiento afro latino de la cultura latina.

J.C.P.: A propósito de lo que dices, Alejandro Ulloa, profesor de la Universidad del Valle, sostiene que la salsa no es un género como tal sino un inter género, precisamente por lo que tú mencionas, porque es una fusión de muchos géneros…

R.Q.: Si uno lo mira desde el punto de vista musical, se podría decir que la salsa es un inter género, aunque alguien podría decir que un inter género es un género en sí mismo. Yo lo veo más como un concepto. Y como te venía diciendo, además de ser un concepto, también es un movimiento cultural. Es decir, si aquí se construye una cultura de la salsa es porque ya estaban los fundamentos, desde su propia creación, para ser un movimiento cultural a través de la música, en un momento en el que todo lo sólido se deshacía en el aire, como diría un pensador, y allí es donde nacen nuevas construcciones que representan comunidades, como lo fue, por ejemplo, la música soul para los negros, y en este caso la salsa para la comunidad latina que confluye alrededor de Nueva York. Todos estos sectores minoritarios que habían allí tenían su forma de expresarse, y el vehículo más directo de esta forma de expresión era la música como un leguaje que les daba identidad, una forma de ver y sentir la vida, la expresión de una nueva representación del hombre latino en la modernidad a través de su existencia en la sociedad globalizada. La música es una expresión de complejos culturales. Eso fue lo que aquí se construyó. La cultura de la salsa es lo que configura la identidad de Cali.

J.C.P.: ¿Qué encontrarán los lectores en tu libro Cali Salsa Forever?

R.Q.: He escrito un libro para ser leído, o por lo menos esa es mi pretensión y espero que se cumpla. Es decir, no he escrito un libro de consulta académica, y con esto no invalido los libros que tienen este propósito ni tampoco quiero decir con ello que en mi libro no exista un rigor con relación a todo lo que allí se expresa. Es un libro que toca la historia y que se propone dar cuenta de ella. Su propósito es que esa historia sea cierta, que no sea una especulación ni una habladuría. Aunque la gran mayoría de acontecimientos que hay allí están por fuera de mis vivencias directas, se ha tenido el rigor de que todo lo que se diga a través de otras personas, sean los hechos más cercanos a lo real. En ese sentido hubo un profundo rigor, pues muchas veces nosotros, en las pasiones de las palabras y de las ponderaciones que podamos hacer sobre algo, pasamos a las exageraciones y se crean mitos. Pues bien, en el libro presento los hechos tal cual sucedieron, sin magnificar con cifras lo que no ocurrió, con las fechas que son, con los protagonistas que son. Si bien el libro es riguroso, el propósito es que sea fácil de leer, que no entre en discusiones teóricas, así en el curso del libro se pueden hacer afirmaciones muy discutibles porque hay opinión de por medio, pero no entra en discusiones teóricas que pudieran hacer más difícil la lectura del libro para lectores que no estén sumergidos en el mundo académico. Es un libro que yo quisiera que tanto al embolador como al hombre interesado en la salsa les pareciera agradable y fácil de leer, y que al académico, tan metido en sus elucubraciones teóricas, también le pareciera un libro carente de ligerezas, sino un libro soportado en elementos rigurosos que le dan seriedad a lo que se está diciendo, y que aunque puedan haber contradicciones y discusiones internas con relación a lo que se dice, encuentre una fundamentación bien estructurada.

En la primera parte del libro se dice todo, pues se mencionan una cantidad de hechos que son el cuerpo que fundamenta lo que después se va a argumentar. Cuando lees la introducción, alguien ya te hizo una gran afirmación con la que tú, de entrada, pudieras disentir, sí pero son hechos y datos ciertos que son el soporte de cualquier afirmación. Ya desde el título, Cali Salsa Forever, se está afirmando algo que es muy discutible también, porque estamos en el universo donde existe el tiempo, lo finito, y nada dura para siempre, como dice Héctor Lavoe en su canción “Todo tiene su final”.

El libro está escrito como una película. Es decir, la idea que tengo es que al principio se le informa al lector sobre lo que vendrá, y a medida que avance en la lectura, quiera saber más y más, que sea capturado por el libro y no se pueda desprender hasta terminarlo, y que después el lector, como cuando llega el final de una película, pueda llegar a su propia conclusión, que aspiro, sea la misma que se insinúa desde la introducción. Esa es mi pretensión.

J.C.P.: ¿Qué es lo que afirmas cuando titulas tu libro Cali Salsa Forever?

R.Q.: En realidad allí hay muchas cosas de por medio. Primero, porque la construcción cultural que hay alrededor de la salsa en Cali, se ha venido estableciendo como una de las más importantes de la historia de la ciudad, y que a través de 70 años ha logrado establecerse en una franca lucha contra los que no quieren que la narrativa de Cali sea precisamente esa, sino que sea otra que sea más parecida a la narrativa de otras ciudades del mundo y que no quisieran que detrás de esa narrativa de ciudad esté la rumba, la noche, ese mundo hedonista que no quisieran que fuera para esta ciudad, sino que quisieran una ciudad culta, intelectual, y a quiénes yo les he replicado el mundo actual es diverso, que la sociedad globalizada no admite una sola mirada de la realidad sino que uno tiene que tener mente abierta para todas las culturas, pero sí hay que identificarse en dónde se reconoce uno, y curiosamente los caleños que aún no prefieren la salsa como música, saben que esto es lo que está en las entrañas y en el diario vivir de esta ciudad, y que no es un cuento inventado por alguien que se propuso que fuera así, sino que aquí se ha contado una historia de hechos vividos por comunidades que se han configurado alrededor del eje musical llamado música caribeña y que viene desde tiempo atrás. Es decir, se ha escrito una historia, y esta historia hasta ahora ha sido perdurable y se ha convertido en una tradición de ciudad. De hecho el complejo musical de la salsa ha sido reconocido a nivel nacional como un patrimonio inmaterial, es decir, es una tradición de ciudad y es una de las tradiciones más fuertes, y yo diría que la más importante de la ciudad dentro de otras como el cine, por ejemplo, pero en lo que tiene que ver con el complejo musical de la salsa, hemos clavado, como se dice, banderas de esa identidad a nivel internacional desde la música, como por ejemplo con “Cali pachanguero”, en un tiempo en el que la salsa estaba “a punto de morir”, porque yo no creo que la salsa vaya a morir.

Es por la permanencia que ha tenido la salsa a través el tiempo, que me atrevo a declarar la salsa por siempre, y por eso en el libro al final cito algo que alguna vez leí y que no preciso quién lo escribió, que dice que las tradiciones están siempre a punto de morir, pero nunca mueren, y la salsa es una tradición.

J.C.P.: ¿Qué etapa de la salsa como fenómeno cultural en Cali abordas en tu libro?

R.Q.: Mi propósito inicial, porque este libro se terminó de escribir en el año 2015, era escribir dos volúmenes: el primero desde el inicio de la salsa como fenómeno cultural hasta los años 70, y el otro a partir de los años 80 hasta la actualidad. Lo que se consignó en el libro, que es de los años 70 hacia atrás, fueron los pilares fundamentales porque allí se sembró lo que después fue desarrollándose y floreciendo. Los coleccionistas, los bailarines, las orquestas, los sitios de salsa, los cultores de esa música, los escritores, todos los que contribuyeron a consolidar una cultura de la salsa son la matriz de su sustento. A partir de los 80 lo que hay es una consolidación y reafirmación de que el barco sigue navegando y avanzando a través de la historia. Es decir, que no se detuvo a pesar de que pasa por frentes donde se le quiere desviar de su rumbo, porque éste es el gran mérito de esta música. En los años 60 y 70 la salsa era una moda, pero después, en los 80, los 90 y en el siglo XXI, ya el panorama, y sin embargo, en Cali la salsa sigue en furor, cosa que no se observa en otras partes, y más aún; es como un faro llameante que le dice al mundo que la cultura latina tiene otra forma de vivir y de sentir que es de otra naturaleza, y que la música salsa es como una síntesis de todo lo que es ser latino. Las letras, la forma de hacer el tumbao. Eso no es africano, como se tratado de instaurar. Sí, es la base, pero si tú oyes la música africana, no es la salsa, y seguramente si vas a África no escuchas la salsa, con excepción de ciertos grupos, pero es otro sentir, otra manera. Es decir, esto es una representación de la cultura latina en términos de una expresión musical que tiene ese poder de síntesis.

Entonces ese período de tiempo hasta los 70 u 80 fue fundamental porque fue un período en el que la ciudad completa se entregó a la vivencia de esa música a partir del baile, fundamentalmente. Hay una serie de agentes que auspiciaron esas vivencias. Si bien estaba centrada en Nueva York, aquí hubo personas que quisieron que lo que se estaba viviendo allá también se pudiera vivir de alguna forma acá desde el punto de vista de los musical, trayendo la música que se producía allá, trayendo orquestas, copiando los estilos de baile que venían de allá para introducirlos acá, y cuando Colombia quiso tener una expresión directa de una música que nace de una sociedad globalizada, es decir, que ya no le pertenece a una localidad geográfica sino que entra en la esfera del mundo, de su mundialización y no sólo de su internacionalización, nosotros nos apropiamos de hacer lo que estaban haciendo en otras partes, pero lo hicimos a nuestra manera. Aquí los caleños tuvieron un papel fundamental en esa forma de expresar la salsa, y ahí estuvo Piper Pimienta con Fruko, la primera gran expresión de la salsa colombiana a nivel nacional e internacional; ahí también estuvo Wilson Saoko y El Joe Arroyo. Ellos fueron los grandes líderes que sí estuvieron allí para toda Colombia. Cali sacó la bandera de la salsa y le dio sentido a lo que hizo Fruko, porque él arrancó con otros músicos, pero solamente se convirtió en un hito cuando entraron los dos caleños y el cartagenero, y también porque fue el momento en el que aparecieron los grandes griles, el momento cuando se expande el baile a través de toda la ciudad. Legiones de jóvenes que iban de barrio en barrio buscando el baile, las competencias, el estilo de baile caleño, es decir, fue un periodo en el que se siembra todo lo que somos y que muestra con claridad que nosotros no tuvimos una relación pasiva con la cultura de la salsa, es decir, que no recibimos todo lo que nos decían desde afuera, sino que también ayudamos a esa construcción cultural que, viniendo desde Nueva York, también participábamos en la misma ciudad de Nueva York con nuestra propia gente en toda la construcción de lo que fue la salsa para el mundo, y que allí tuvimos protagonistas que ayudaron y que fueron definitivos, y que todo ese tipo de cosas tuvieron un momento muy importante en los años 60 y 70 y, obviamente, después en los 80 y de ahí para allá, pero bajo otras características.

O sea que conocer esa historia permitirá al lector saber porqué la salsa en Cali y el arraigo de la salsa en esta ciudad, es decir, cuáles fueron los antecedentes que amarraron lo que hoy llamamos la cultura de la salsa, y eso es a lo que yo aspiro en mi libro: que después de leer todo lo que se cuenta, el lector sepa porqué Cali es hoy y sigue siendo la capital de la salsa y porqué, estando en el Pacífico, existe la salsa aquí y cuál fue nuestra relación con Nueva York y con los protagonistas de lo que estaba ocurriendo allá, porque nosotros los colombianos nos convertimos después en embajadores para vender la salsa en el mundo. Teníamos sitios en donde todos los protagonistas llegaban y se encontraban; tuvimos personas que vivieron la forma romántica de relacionarse con ese fenómeno. Es decir, disfrutaban esa música y hacían de todo para hacerla sobrevivir y para compartirla con otros, como fue el caso de Larry Landa y Humberto Corredor, por ejemplo. Es un período que es suficiente para dar esa respuesta.
FUENTE: LAPALABRA.UNIVALLE.EDU.CO