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Ismael Rivera, “El Sonero Mayor”, pintó con ese sonar tan suyo al pueblo puertorriqueño que tanto amó, al reafirmar con su cantar una identidad caribeña y afroantillana, la cual retumba en cada esquina del país. La magia de sus soneos, acompañada por una hechizante personalidad, convierte a este intérprete en uno de los grandes de la música popular del país. El cantante estableció nuevas tendencias en la música puertorriqueña, a la vez que dio cátedra en el arte de la improvisación…
Las lecciones de vida, Maelo las aprendió en la calle Calma en Villa Palmeras, donde se crió de la mano de su madre Margarita Rivera, mejor conocida como doña Margó. Cuando ésta se divorció del padre del cantante, Luis Rivera Esquilín, tuvo que trabajar en el hogar para ayudar a su madre y a sus cuatro hermanos menores. Fue así como se desempeñó como limpiabotas y albañil. Pero fue la música su gran pasión desde que era un niño. De adolescente, según recuerda Ivelisse Rivera, una de las hermanas del cantante, Maelo se la pasaba cantando boleros y le decía a su madre que se convertiría en artista.
“Mami le decía: ‘Ay, mijo, perro flaco soñando con bistec’ y le quitaba las esperanzas porque le decía que era pobre y negro para ser artista. Pero cuando él empezó a hacer sus pininos, es ella quien le dio la mano”, contó Ivelisse sobre esa relación de Ismael con su madre, quien fue la creadora de varios de sus temas como Maquinolandera, Las ingratitudes y Chanita.
FUENTE: LOSMEJORESSALSEROSDELMUNDO