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Por. Stuffed Animal

 

¡Qué sabroso está!
Mambo usa, Morris Levy y el Rhythm and Blues
Parte 2

Versión libre al español de Israel Sánchez-Coll
San Juan, Puerto Rico

1956 – Carlos Patato Valdés con Brigitte Bardot

 

Para el año de 1951 el Sr. Goldner se entregó a un frenesí de actividades discográficas riesgosas, tratando de recuperar el tiempo perdido. Él y el ingeniero Allen Weintraub prácticamente se instalaron en la Bell Sound que, junto con Broadway Studios y A & R Recording, era uno de sus sitios favoritos de grabación para las sesiones de Tico Records. Al siguiente año el sello ya había editado 27 discos de diez pulgadas incluyendo a Tito Rodríguez, Tito Puente, Leal Pescador, Joe Loco, Pupi Campo y dos grupos anónimos de “pick-up”, Los Rumberos de Cuba y la Orquesta Tico; seleccionados de grabaciones tanto nuevas como antiguas.

Para 1956, los discos se vendían lo suficientemente rápido como para que Tico inaugurara una serie de álbumes de 12 pulgadas. No menos de treinta éxitos de larga duración llegaron al mercado ese año; esta fue una producción intensiva considerada un record. Goldner continuó ampliando su lista de artistas. El conguero Mongo Santamaría se tomó un descanso de la banda de Tito Puente para grabar una sesión en solitario, y el vibrafonista Pete Terrace se retiró de la banda de Joe Loco para formar su propio quinteto, conocido como The Latin Boys. Sin embargo, Goldner apenas necesitó usurpar actos ya existentes para adquirir nuevos talentos: literalmente acudían en tropel a su puerta. Para 1954, sus nuevos fichajes incluían a tres directores de orquesta veteranos y de origen cubano: José Fajardo y Rosendo Ruíz, Jr., que se especializaban en el nuevo y candente ritmo conocido como cha-cha-chá, y Arsenio Rodríguez, cuya vigorosa forma de tocar la guitarra agregaba un sabor nuevo y picante a el mambo.

También fueron bienvenidos y aceptados a Tico Records: Alan «Alfredito» Levy, un percusionista judío cuya banda de mambo se ubicó entre las mejores; los célebres trovadores mexicanos Trío Los Panchos, maestros de la balada romántica y boleros; y José Alfredo Jiménez, el corpulento cantautor que ya era aclamado por algunos como el mejor compositor de México. De República Dominicana llegó Ricardo Rico y su banda de merengue, y del personal del Palladium Ballroom llegó Machito and His Afro-Cubans. Con el fichaje de Machito, George Goldner logró acorralar a las tres estrellas más importantes del Palladium.

Fue un acto hermoso de tener los Afro-Cubans en su sello, era como tener tres estrellas en un solo paquete: Frank «Machito» Grillo y su hermana Graciela Pérez, dos vocalistas increíblemente carismáticos, junto con su cuñado, el director musical Mario Bauzá, un arreglista de vientos progresista sin complejos. Bauzá tenía raíces no solo en la música latina sino también con los grandes conjuntos de swing de Cab Calloway y Chick Webb. Mantenía estrechas relaciones con músicos extraordinarios como Dizzy Gillespie, Buddy Rich y Charlie Parker, y no se sabía a quién invitaría para echarle una mano en las futuras grabaciones que el mismo supervisaba. Después de cantar para Xavier Cugat, Noro Morales, Alberto Iznaga y otros directores de orquesta, Machito se cansó de trabajar para otras personas. Resolvió formar su propia banda gigante en 1940, reclutando a Bauzá al año siguiente.

Machito

Machito

Cuando Graciela llegó de Cuba en 1943 para sustituir a su hermano, que había sido reclutado para el ejército de los Estados Unidos, los afrocubanos se habían instalado como la banda oficial del Club La Conga de Manhattan. El club transmitía sus sets por la estación WOR y los mismos se convirtieron en una sensación. Los arreglos de fusión que Bauzá le imprimía, les ganaron el patrocinio de importantes disc jockeys de jazz como Fred Robbins y la admiración de estrellas del jazz como Stan Kenton.

En el año de 1947, el promotor puertorriqueño Federico Pagani los contrató como una de las tres bandas de la casa en el Palladium, donde quedaron bajo el escrutinio directo de George Goldner. Machito y compañía comenzaron su permanencia por una década en Tico Records, con un álbum de 10 pulgadas de cha-cha-chás, y en cada lanzamiento consecutivo se volvió más y más emocionante. El más candente probablemente fue «Sí, Sí, No, No», un disco en el que Graciela vocalmente se acercaba a un orgasmo feliz mientras Machito la incitaba alegremente. Una grabación en vivo lanzada originalmente en Columbia Records, se convirtió en un éxito de clasificación X en toda América Latina, anticipándose por lo menos veinte años a éxitos similares de Jane Birkin, la estrella porno Marilyn Chambers y Donna Summer. Los afrocubanos de Machito volvieron a grabar su éxito de culto en 1949 «Asia Minor» para Tico con excelentes resultados, y también ensayaron un ambicioso poyecto de canciones inspiradas en la versión cinematográfica de la novela de Ernest Hemingway «The Sun Also Rises». Dirigidos por una familia de orgullosos músicos negros cubanos, sus álbumes, sencillos y las presentaciones en vivo fueron tan populares entre los afroamericanos como entre los latinos. Es posible que el público negro no haya entendido todas las palabras, pero no podía dejar de reconocer su idioma cultural cada vez que Graciela se acercaba al micrófono y gritaba: «Escucha, escucha, cariño… ¡qué sabroso está!»

Cha Cha Cha at the Palladium - Machito and his Orchestra

Cha Cha Cha at the Palladium – Machito and his Orchestra

Mientras la firma del contrato de Machito aún estaba fresca, George Goldner estaba finalizando sus planes para el espectáculo de música latina más ambicioso que se haya montado hasta ahora en este país. Tal como lo concibieron Goldner y el promotor de conciertos Irving Schact, «Mambo USA» iba a ser una gira por toda la nación con las mejores bandas y bailarines de mambo que trabajaban en Nueva York. El proyecto incluiría a más de cuarenta artistas, deteniéndose para actuar en 56 ciudades. Precediendo por casi una década a las giras del rock and roll similares a las de Motown Revue de Berry Gordy y Caravan of Stars de Dick Clark; fue un ambicioso intento de dar a estos artistas cierta exposición a nivel nacional, así como promover los últimos lanzamientos de la Tico Records.

Goldner y Schact le dieron a Nueva York una vista previa de lo que sería la gran gira, el 20 de febrero de 1954, reservaron el Carnegie Hall para un «Festival Mambo y Rumba». Tito Puente, Joe Loco y Pupi Campo encabezaron la cartelera para la fecha con entradas agotadas, con los Phillips-Fort Dancers mostrándose elegantes para la multitud, el percusionista cubano Cándido Camero hablando con su rutina de tambores de conga sin camisa y cubierto totalmente de aceite de bebé, y los cantantes Miguelito Valdés y Myrta Silva como invitados especiales. Una semana después, Tito Puente y Joe Loco iniciaron una mini gira en el Teatro Paramount de Brooklyn, y en julio, Goldner envió a los afrocubanos de Machito a una excursión de tres semanas para despertar un poco más el apetito del público. Tomó la mayor parte de un año lograr la logística, pero «Mambo USA» finalmente salió a la carretera ese otoño.

Cuatro décadas después, Max Salazar entrevistó a Pete Terrace, uno de los participantes de la gira. Este le expresó que: “La gira comenzó a finales de octubre”, recordó Terrace. «En cartel estaba la orquesta de Machito, Graciela, el Quinteto de Joe Loco, los bailarines Mike y Nilda Terrace, el Trío Facundo Rivero y los Mambo Aces (dúo integrado por los bailarines José Centeno y Anibal Vásquez)». También actuaron el actor y cantante Carlos Ramírez, la estrella de la comedia mexicana Tin Tan y varios otros equipos de baile latino. Según se informa, Pérez Prado y su orquesta se unieron a la gira en fechas seleccionadas por Goldner en la costa oeste. Continuó Terrace: «Actuamos en las ciudades de Filadelfia, Boston, Cleveland, Chicago, Washington, DC, Miami Beach, San Francisco, St. Louis y otras ciudades de Texas. En la mayoría de las ciudades, la asistencia fue decepcionante. ¡Algunas noches tocábamos para menos de veinte personas sentadas en la audiencia!» La escasa participación ya era bastante mala, pero otro problema, la flagrante discriminación racial, era peor. «La mayoría de los músicos viajaban en un autobús marcado como ‘Mambo USA’, y cuando parábamos para comer, nos rechazaban por los músicos de piel oscura que estaban con nosotros. Julio Andino, nuestro bajista afrocubano, desarrolló una úlcera. La discriminación (que él) experimentó lo enfermó».

Pete Terrace

Pete Terrace

Los escasos ingresos de taquilla y el descontento de los músicos por el trato que recibieron en ciudades segregadas terminaron la gira prematuramente. Si se grabaron presentaciones en vivo, ninguna salió al mercado. Sin embargo, George Goldner sí emitió un álbum de 10 pulgadas de Joe Loco titulado Mambo USA, que presentaba el tema animado y otros números que Loco había interpretado en el escenario. Un resultado positivo de la gira fue que muchas personas en el sur y en el medio oeste tuvieron la oportunidad de ver en conciertos a bandas latinas en vivo durante la primera y posiblemente única vez en su vida. Al final lo más probable es que Tico Records haya obtenido algún beneficio promocional de ello, aun así, los miles de dólares perdidos en la debacle le enseñaron a Goldner una dura lección sobre los límites del atractivo de la música latina, fuera de su base de operaciones.

Tico lanzó su primer y único álbum de una banda sonora a finales de los años 50. Presentó a un grupo llamado The Boataneers tocando música de las Bahamas que se escucha en la película de romance tropical: Island Women de United Artists. Esta grabación, junto con la orquesta de Ricardo Rico (un artista de merengue) y la de Mongo Santamaría, eran de naturaleza folclórica (de hecho, se dice que el Changó de Santamaría es el primer álbum folclórico afrocubano jamás publicado en los Estados Unidos). Estos discos suenan bastante rústicos en comparación con el lanzamiento típico de Tico. Los otros dueños de los sellos discográficos latinos anhelaban la autenticidad musical, y no parecía importarles si su producto sonaba como si hubiera sido grabado en máquinas de alambre anticuadas en la jungla guatemalteca. ¡No George Goldner jamás iba a cometer semejante error! Eran grabados en estudios de última generación con arreglos impecables, sus temas Ticos eran audaces, atrevidos y se adaptaban estrictamente a los gustos de los consumidores de la gran ciudad. Él y Allen Weintraub a menudo los bañaban en un eco ondulante, haciéndolos sonar como si estuvieran siendo reproducidos en una estación del metro.

Los temas grabados por la Tico Records se trataban de música bailable, elegante y disfrazada, y la palabra clave era sofisticación. La influencia del swing y el bebop fue evidente en casi todas las fechas de grabación, y las reproducciones se compararon favorablemente con las de las mejores bandas de jazz que trabajaban en ese momento. Era la calidad de un sello importante con un ambiente de sello pequeño, y eso es lo que probablemente atrajo a tantos grandes artistas a través de las puertas de sus nuevas y concurridas oficinas en la 220 West con la 42nd Street. Ciertamente no era la tasa de regalías de Tico, que según la mayoría de las versiones apenas podía competir con la de las principales discográficas.

Desafortunadamente, los hábitos de gastos excesivos de Goldner tuvieron mucho que ver con ese hecho. Su pasión por la música latina se vio empequeñecida por su manía por el juego. Perdió miles de dólares en carreras de caballos y juegos de casino, así creció su dependencia a los préstamos de Joe Kolsky. Pronto, estuvo dialogando directamente con el jefe de Kolsky, Morris Levy, propietario del famoso club nocturno Birdland. Se creía ampliamente que Levy tenía vínculos con la mafia, y aunque Goldner no era fácil de convencer, ciertamente debe haber estado más que un poco intimidado. Cuando, en 1955, Levy fue fundamental para que Tito Puente firmara un contrato discográfico con RCA Victor, no pudo hacer más que quejarse amargamente. Para entonces, estaba demasiado endeudado con el dueño del club para cuestionar sus acciones. Por otro lado, las fuentes de dinero aparentemente inagotables de Levy le dieron a Goldner la libertad de firmar actos, grabarlos y lanzar productos a un ritmo que pocos propietarios de sellos independientes podían permitirse. En consecuencia, se aprovechó de la situación y comenzó a diversificarse.

The Crows

The Crows

La vida de George Goldner dio un vuelco fatídico el día que descubrió que muchos de sus clientes negros y étnicos estaban dirigiendo su atención a un nuevo tipo de música bailable llamada Rythm and Blues. Entonces con el respaldo de Morris Levy, formó inmediatamente el sello Rama el cual planificó específicamente para comercializar los grupos vocales de R & B, que habían comenzado a proliferar en la costa este. El grabó a mediados de febrero 1953 al grupo The Crows con una canción llamada “Gee”, y Levy usó su considerable conocimiento promocional para ayudar a convertirlo en uno de los primeros grandes éxitos del “crossover” del R & B. Eran los días en que los cantantes negros estaban prácticamente prohibidos en la radio pop, este disco alcanzó la posición número 2 en la lista de R & B y el número 14 en la lista del pop. Fue el primer disco de doo-wop de la década de 1950 en vender más de un millón de discos y conmocionó a la industria de la música al colocarlo en las lista del “Top Twenty” del Hit Parade nacional. Luego Goldner impulso a Joe Loco para que grabara una versión de «Gee» con la Tico; en los años 60, el futuro artista de la Tico Joe Cuba también lo intentaría. A partir de este éxito la Tico cambió permanentemente su enfoque hacia el Rythm and Blues, o el rock and roll, como se grababa cada vez más a estos discos.

The Cleftones

The Cleftones

En 1954, debutó con otro sello hermano de Rama, naturalmente llamado Gee, y con este firmó al grupo vocal The Cleftones. Con sencillos como «Little Girl Of Mine», ellos también se convirtieron en exitosos artistas de grabación crossover. Ese mismo año, contrató al talentoso cantante y compositor Ritchie Barrett del grupo The Valentines para que lo ayudara en A & R. Esto sentó las bases para que el sencillo de Gee de 1956, vendiera un millón de copias con el tema “¿Why Do Fools Fall In Love?» de The Teenagers, un grupo al que Barrett le llamaría más tarde su atención. Pisándoles los talones estaba un nuevo grupo llamado The Heartbeats, que obtuvo un gran éxito con «A Thousand Miles Away».

En 1956 también fue el año en que Goldner se asoció con Joe Kolsky y el hermano de Kolsky, Phil Kahl; para fundar el sello Roulette ―la alusión a su hábito del juego y de apostar fue lo suficientemente aguda como para ser dolorosa―. El sello Roulette iba a ser un vehículo para lanzamientos del pop. Sin embargo, el corazón de Goldner no estaba en esta empresa y, según algunas fuentes, nunca fue un socio activo en la empresa. No pasó mucho tiempo antes de que Morris Levy comprara su parte y se instalara como director ejecutivo de Roulette. Mientras Kolsky y Kahl le venderían su parte en 1961. El sello Roulette se convirtió en una de las compañías discográficas independientes más importantes y de más larga duración en el negocio; éxitos de Buddy Knox, Jimmie Rodgers, The Playmates, Joey Dee and The Starlighters y Tommy James and The Shondells mantuvieron sus arcas llenas hasta rebosar. Roulette demostró ser más importante para Goldner como distribuidor de Gone y End Records, sus dos sellos más recientes. Inicialmente, estaban destinados a ser puntos de venta de jazz, pero la tentación de atraer y fichar a jóvenes talentos del rock and roll resultó ser demasiado fuerte. Pronto, los sencillos del sello Gone and End en grabaciones con grupos vocales como The Flamingos, The Dubs, Little Anthony and The Imperials y The Chantels salieron de sus plantas discográficas, y éxitos como «Could This Be Magic», «Tears On My Pillow» y «I Only Have Eyes For You» estaban subiendo en las listas. Con la esperanza de atraer simultáneamente a los fanáticos del mambo y del R & B, Goldner intentó algunos experimentos de fusión en vinilo; artistas como The Crows, Jimmy Wright y The Larke Sisters se encontraron cortando o fusionando títulos tan inverosímiles como «Mambo-Shevitz» y «The Lily Mae Belle Mambo». Como era de esperar, estas torpes puñaladas en el rock latino no llegaron a ninguna parte. El Rhythm and Blues sin adulterar o puro, fue la que pagó las cuentas y mantuvo feliz a su jugador de apuestas.

Matty Singer Mambo

Matty Singer Mambo

En muy corto tiempo, George Goldner comenzó a comprender que el rock and roll era donde se podía ganar mucho dinero. Los adolescentes blancos suburbanos o de clase media con ingresos disponibles, estaban adoptando este nuevo sonido y generando enormes ganancias para los propietarios de sellos independientes como el de él. Simplemente no había comparación entre los ingresos bastante modestos que obtuvo de un éxito latino regional y los cheques del tamaño de un monstruo que se embolsó después de que uno de sus grupos vocales despegara a nivel nacional. Goldner lanzó un sencillo novedoso de rock en un sello único llamado Luniverse, y se sorprendió cuando al grabarle «Flying Saucer» al grupo Buchanan and Goodman éste subió en el tope de las listas vendiendo millones de copias.

Sin embargo, las ganancias que obtuvieron sus discos de rock fueron devoradas rápidamente por enormes deudas de juego; parecía que cuanto más dinero ganaba, más se le escurría entre los dedos. «Le gustaban los caballos», explicó Morris Levy al periodista Fredric Dannen, décadas después. «Siempre necesitaba dinero. Es una pena, porque George conocía la música y sabía lo que podía ser un éxito. Pero estaba preocupado por la quinta carrera de caballos en Delaware y al mismo tiempo trabajando en una grabación; tenía un problema». En abril de 1957, Goldner se vio obligado a vender sus intereses de la Tico, Rama y Gee a Morris Levy. Al igual que todos sus primeros sellos con el tiempo, se convirtieron en una subsidiaria de Roulette Records. Sin embargo, Goldner no se lavó las manos con Tico: todavía amaba la música latina y, después de todo, era su primera compañía exitosa. Mantuvo una mano activa en sus operaciones creativas y ocasionalmente supervisaba las fechas de grabación del sello hasta el final de su vida.

No había nada intermedio en Morris Levy: la gente lo amaba o lo odiaba. Con fama de estar al servicio de la familia mafiosa de la Genovese, no tuvo reparos en expresar su influencia. Dependiendo de la situación, según los informes que se tienen, Levy podría parecer un gran amigo o un matón. En 1975, golpeó a un policía vestido de civil, causándole heridas graves. ¡Sus conexiones eran tales que el asunto nunca llegó a juicio! Durante los más de treinta años que pasó vendiendo música, las acusaciones volaron en su contra en todas las direcciones. Amenazaba con arruinar las carreras de los artistas si no hacían lo que él deseaba; que defraudó a los artistas en regalías; que nunca escribió una canción en su vida, pero puso su nombre en numerosos éxitos; que contrabandeó discos por la izquierda. En efecto, estuvo implicado en el escándalo de la «payola» de 1959-60 y escapó por poco de la acusación de un gran jurado.

La disputa de más alto perfil de Levy ocurrió en 1978; se enredó en la corte con John Lennon por material inédito que creía que tenía derecho a comercializar, por error, como se vio posteriormente. Los federales lo perseguían constantemente por una cosa u otra ―y en 1988 finalmente lo condenaron por extorsión―. Aún así, Morris Levy tenía sus defensores, y no todos ellos eran mafiosos. «Es posible que no haya recibido cada centavo de mis regalías adeudadas», dijo la superestrella de los años 60 Tommy James a la revista Discoveries; poco después de la muerte de Levy, «pero cuando (yo) tenía un disco, sabía que siempre recibiría un tratamiento prioritario debido a Morris».

Levy nació en el año de 1927 en una de las últimas familias judías que aún residían en Harlem. Durante las décadas de 1920 y 1930, Harlem fue la capital del jazz de los Estados Unidos, y Levy creció amando la música. Trabajó al margen del mundo del jazz durante años, y finalmente se convirtió en gerente para luego asumir de propietario de varios clubes nocturnos de Nueva York. En 1949, llegó a lo más grande después de abrir el famoso Birdland. El lugar se convirtió en la meca floreciente del talento del jazz: Count Basie, Dexter Gordon, Thelonious Monk, Miles Davis, Billie Holliday y el homónimo del club, Charlie «Yardbird» Parker; todos encabezaron los carteles de allí. Celebridades como Frank Sinatra, Ava Gardner, Sammy Davis, Jr. y Marilyn Monroe también acudieron en masa a Birdland. El ambiente era muy emocionante, muy glamoroso y supuestamente muy conectado con la mafia. Levy se involucró en el lado del negocio de la música para grabar sus actos del Birdland, así como reclamar una gran parte de los ingresos de sus canciones a través de su editorial Patricia Music. El estándar «Canción de cuna de Birdland», escrito por George Shearing, fue uno de sus primeros y más lucrativos derechos de autor. Después de la toma y posesión de Roulette, varios artistas del sello Tico de repente «decidieron» ser grabados. Tales conflictos de intereses eran típicos de la forma en que hacía negocios: además de dirigir Roulette y sus sellos hermanos, y publicar las canciones que escribieron sus artistas, ¡participaba en la distribución y ventas de victrolas o traganíqueles!

A pesar de sus fallas éticas, Levy sabía cómo empaquetar y mover el inventario, entonces Tico Records definitivamente se benefició de su conocimiento. Todo acerca de Tico Records comenzó a verse más profesionalmente después de que la compañía se mudó a la oficina de Roulette ubicada en 1631 de la Broadway. Por otra parte, la fotografía para las carátulas de los álbumes se veía más nítida, las notas informativas —generalmente en inglés y español— reemplazaron la lista del catálogo impresa en la parte posterior de los primeros lanzamientos, y los créditos editoriales además de los compositores comenzaron aparecer en los álbumes por primera vez. Muchos álbumes de Tico obtuvieron una segunda oportunidad de vida en forma de reediciones en la subsidiaria de Roulette’s Forum. En los años siguientes, algunas de las sesiones de Tico más orientadas al jazz aparecerían en Roulette, por ejemplo, los álbumes Bossa Nova y My Fair Lady de Tito Puente, y el set Kenya de Machito, aclamado por la crítica. A su favor, Morris Levy preservó la orientación latina de Tico y no trató de ninguna forma de cubrir sus apuestas convirtiéndolo en un sello de jazz. Como siempre, el jazz fue una gran influencia, pero los sonidos latinos bailables permanecieron a la orden del día.

El líder de la banda Rafael «Ralph» Seijo se convirtió en el nuevo jefe de A & R subsidiaria de la Tico. Durante su breve mandato, Tico firmó y lanzó álbumes del venerable pianista puertorriqueño Noro Morales, del rey del tango argentino Astor Piazzola, el líder de la banda de la sociedad del café Fernando «Caney» Storch, del futuro compositor del tema de «Mission Impossible”, Lalo Shifrin, y de Marco Rizo, director musical del programa de televisión I Love Lucy. Más agresivo que George Goldner; Seijo trató de diversificar el catálogo más allá de mambos y cha-chas, grabando artistas de Argentina, México y España que actuaban en sus estilos tradicionales. Marco Rizo, Machito y Pete Terrace contribuyeron cada uno con un álbum a una serie concebida por Seijo que les dio un giro latinoamericano a los grandes estándares norteamericanos de la talla de Cole Porter e Irving Berlin.

Los artistas de la Tico mantuvieron a Bell Sound atestado de actividades, y en los años previos a la llegada al poder de Fidel Castro; también se llevaron a cabo algunas sesiones de grabación en Cuba. Los álbumes se publicaron por primera vez en el sistema estéreo; Pete Terrace amplió su quinteto a una orquesta completa y podría decirse que grabó algunas de sus mejores pistas de baile bajo la supervisión de Ralph Seijo, entre ellas «Chanchullo», «Broadway Mambo» y «Cha-Cha-Chá In New York». Seijo también podría armar una gran compilación de cha-cha-chás, sería difícil encontrar mejores colecciones que sus lanzamientos de 1959, In The Land Of Cha-Cha-Chá y I Dreamed I Danced The Cha-Cha-Chá. Hizo muy difícil creer que Tito Puente ya no era un artista de la Tico, porque hizo un gran trabajo compilando nuevos álbumes de Puente a partir de canciones viejas.

Ralph Seijo dejó Tico alrededor de 1960 para tener la oportunidad de grabar su propia orquesta en el sello Somerset, justo cuando la locura de la pachanga comenzaba a conquistar la música latina. Le tocó a Teddy Rieg, jefe de jazz A & R de Roulette, guiar a los artistas del sello en los años 60s. A pesar del hecho de que la creciente popularidad del rock and roll estaba tomando un bocado cada vez mayor de la base de los consumidores de la música latina; resultaría ser la década más exitosa de Tico Record.

FUENTE: HERENCIA LATINA